¿Qué es el Graffiti?
Muchos de nosotros conocemos el graffiti como marcas o rayas en las paredes con nombres, dibujos, figuras, etc. pero cual es su origen realmente o para que se realiza un graffiti? Son preguntas que muchos de nosotros nos hacemos y que en este articulo intentamos dejar bien claras. Sin mas preámbulos, comencemos.
Algunos de los escritores también destacados de aquella época fueron: Frank 207, Chew 127, Julio 204,
Bárbara 62... En principio no buscaban estilo, sólo
querían aparecer por todos los lados. Es a partir de aquí cuando surgió el boom y
cientos de adolescentes comenzaron a poner su nombre por toda la ciudad,
haciéndose necesaria la creación de un estilo, tanto en la caligrafía, como en
los métodos de ejecución o incluso los lugares utilizados para dicho fin. Por
ejemplo, Soul 1, un escritor de la zona de Manhattan, se dedicó a escribir su
nombre a media altura en los laterales de los edificios. Tracy 168 citaba:
“Eran inalcanzables para el resto de los humanos. Parecía que podía volar”.
También podríamos destacar la anécdota de Bama, cuyo deseo por superar a los
demás en cuanto a emplazamiento de sus pintadas le llevó a intentar escribir su
nombre en lo alto de una montaña situada en el norte del estado de Nueva York.
Cual sería su sorpresa cuando al apartar los ramajes y limpiar la superficie vio
que se le habían adelantado: “¡Mierda!”. Se lamentaba el muchacho. Un caso muy
sonado fue el de Seen al pintar su nombre en letras gigantescas en el mismísimo
letrero de la colina de Hollywood.
En cuanto a la caligrafía, en principio se utilizaba una bastante legible,
hasta la llegada a Nueva York de un graffitero de Filadelfia llamado Top Cat,
quien afirmaba que todo lo que sabía sobre graffiti lo había aprendido en el
legendario pan de maíz de Filadelfia. Escribía su nombre en letras finas y
alargadas muy juntas. Eran difíciles de entender, pero precisamente esto las
hacía destacar de las demás y llamaban la atención del resto, por lo que un
gran número de escritores de Manhattan adoptaron su estilo y lo bautizaron como
“Broadway Elegant”. Como contra, algunos escritores de Brooklyn inventaron su
propio estilo, que consistía en letras más separadas adornadas con corazones,
flechas, espirales... Y, por supuesto, el Bronx también tuvo su periodo de
popularidad de estilo cuyo resultado era la mezcla de los dos anteriores.
Aunque hay que decir que al final cada escritor optó por la creación de su
propio estilo. Llegó un momento en el que el amasijo de firmas era tal, que
surgió la necesidad de concentrarse en el tamaño y color de las letras,
surgiendo así los primeros tags con “outline” (filete o línea de borde)
iniciados por Super Kool y que más tarde Phase 2 perfeccionó dando como
resultado unas letras más gordas perfiladas y coloreadas: bubble letters o
letras pompa. De aquí posteriormente nacieron los ya famosos throw up o
vomitados, que como su nombre indica, son piezas espontáneas y de realización
rápida. Otro tipo de letras son las block
letters, perfectamente
legibles similares a los rótulos. Pero el afán competitivo va más allá, y la
obsesión por conseguir popularidad y respeto llega a una complejidad artística
tal que las letras empiezan incluso a ser difíciles de entender, culminando así
en el estilo más genuino del Bronx: Wild
style o estilo salvaje.
Ya a finales de los setenta, el graffiti alcanza sus cotas
más altas con la incorporación de imágenes de la iconografía popular tales como
personajes de cómic o dibujos animados, e incluso retratos y autorretratos en
forma de caricatura (estas influencias se verán más adelante en un apartado
especial). Con la incorporación de estas imágenes aparecen en escena las
complejas master pieces (piezas maestras), que además de hacer
distinguir a los grandes maestros de los principiantes, amplían de manera
considerable el tamaño de las obras.
La comunidad del writing arde de expresividad, y esto lleva a un estado de
competitividad feroz que se traduce en el auge de las conocidas Guerras de
estilo (Style Wars) para nada violentas. Esta competición
desemboca en las alianzas entre escritores. Es un momento muy importante,
puesto que nos encontramos ante el nacimiento de las crews (pandillas, grupos). Su objetivo es la
de hacerse más fuertes y así conseguir el respeto de los demás. Hay que tener
en cuenta de que el hecho de que haya más miembros de un mismo grupo poniendo
el mismo nombre facilita el acto de “dejarse ver” (gettin’ up).
En los primeros años de los ochenta, la MTA (Metropolitan Transit Authority) de
Nueva York, comienza su encarnizada lucha contra el graffiti. Se denomina a los
escritores como buffs (entusiastas) y se comienzan a tomar
medidas tales como instalar nuevas vallas más sofisticadas en las cocheras de
los vagones de metro, recubrir los vagones con pintura resistente, aumento de
la vigilancia... Esto empieza a hacer flojear el graffiti de algún modo.
Algunos escritores buscarán artimañas para seguir adelante en esta particular
lucha. Otros buscarán otras alternativas, una de ellas es la de cruzar el
Atlántico rumbo a Europa, dando a conocer esta subcultura en el viejo
continente (este hecho es uno de los componentes de la posterior difusión de
esta cultura en nuestro continente, aparte de otras, especialmente las
favorecidas por los medios de comunicación). Aparte de la particular guerra con
la MTA, aparece un nuevo personaje en el bando de los malos ejerciendo el papel
de villano y contribuirá también al declive de writting. Hablamos del crack que
se adueña de la Gran Manzana y por si fuera poca esta droga letal no viene
sola, sino que trae consigo todo lo que rodea a un mercado negro: Violencia y
dinero.
Es una época en la que un arma de fuego es algo al alcance de
cualquiera, y esto, de algún modo, cambia la mentalidad y el espíritu de
muchos. Pero esto no es todo, se empiezan a promulgar leyes restringiendo la
venta de pintura a los jóvenes, se obliga a los vendedores a guardar la pintura
bajo llave y se endurecen las penas contra los escritores de graffiti. La gota
que colma el vaso es sin duda el hecho más perjudicial. No basta con tener a
las autoridades en contra sino que la propia sociedad e incluso los medios de
comunicación (a través en muchos casos de campañas políticas) empiezan a
volverse contra ellos. Surgen brigadas e incluso asociaciones de vecinos
antigraffiti que promueven campañas, carteles... Surgen anuncios en televisión
y en la prensa intentando concienciar del mal que las pintadas producen en la
sociedad. Todo esto hace a los escritores mucho más territoriales y agresivos.
Este aparente declive no es otra cosa que una etapa de respiro de la inminente
llegada de que se nos viene encima: un segundo boom.
A mitad de esta década de los ochenta nos
encontramos ante un periodo que podríamos denominar como una fase de
supervivencia. Cuando todo parece ya perdido con la MTA como dueña y señora de
la situación y la Transit Police en plenitud de fuerzas, cuando los tags, throw
ups y demás elementos empiezan a escasear de manera alarmante o bien están tan
escondidos que nadie los ve, aparece el nuevo héroe de la película que
rescatará al graffiti de esta oscura fosa. La explosión a mediados de los
ochenta del movimiento Hip-Hop reaviva la llama de la neoyorkina
cultura del writing. Esto anima de nuevo a los adolescentes. Todos quieren ser b-boys (seguidores
del hip hop). Los writers acompañados ahora por los breakers (bailarines de breakdance) y los Mc’s (cantantes
de rap), están otra vez en el disparadero. Desde la Costa Oeste (California)
llegan las noticias de la relativa facilidad para pintar trenes de mercancías,
lo que animará a muchos escritores a coger sus latas (aunque muchos puristas neoyorkinos
verán mal el graffiti en los mercancías).
También fomenta la resurrección del writing de forma inconsciente el acto de
que la MTA empiece a retirar vagones averiados (trash trains) a
cocheras para chatarra en Brooklyn, lo que hace que los apasionados del metro
vuelvan a la carga impulsados por la esperanza de revivir los viejos y mejores
tiempos, o por el simple hecho de tener una foto con su pieza en un vagón de
metro neoyorkino. Sea como sea el writing resurge de entre sus cenizas, aunque los
viejos tiempos nunca volverán.
Con el crecimiento comercial de los videojuegos se ve el uso del graffiti en una manera
positiva - por ejemplo, el juego Jet Grind
Radiocuenta la historia de la opresión de una policía
totalitaria que tiene como objetivo limitar la libertad de expresión de los
grafiteros.
En Marc Ecko's Getting Up: Contents
Under Pressure se
cuenta la historia de Trane, un grafitero sin experiencia que usa el grafiti y
el tagging como una vía de protesta contra la
corrupta y distópica ciudad de New Radius, en un futuro
donde la libertad de expresión ha sido suprimida por un gobierno orwelliano.
Para complementar aún mas toda la información, les dejo este video que resume en gran parte todo este articulo. Le recomiendo verlo. Saludos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario